Estados de ansiedad: los 4 factores para calmarlos


El cerebro humano es muy bueno para crear ansiedad, pero también posee los mecanismos para deshacerse de ella, el tema es saber utilizarlos. Veamos los cuatro principios que necesitamos saber para desarticular un estado de ansiedad.


ansiedad


1.) La ansiedad es simplemente un producto químico

Concretamente, la sustancia química que crea este estado es el cortisol. El cortisol es una hormona producida por la glándula suprarrenal y es liberada en respuesta al estrés. En realidad, el cuerpo elimina esta hormona en un par de horas, el problema es que si la situación estresante es continua, la glándula suprarrenal seguirá liberando cortisol. Ante determinadas circunstancias, esta hormona crea en el cerebro una sensación de amenaza. Lo bueno es que se puede encontrar el interruptor y apagar este estado ansioso, sobre todo cuando sabemos de qué forma el cerebro establece dicha amenaza.


2.) Las amenazas son circuitos neuronales

Algo que en el pasado le hizo sentir mal construyó una red de neuronas en su cerebro, que posteriormente, al ver algo similar activará la sensación de amenaza mediante la segregación de cortisol. Las redes que se construyen antes de los ocho años y durante la pubertad, se convierten en verdaderas autopistas en nuestro cerebro. Por tanto, todo lo que le hacía sentir mal en esos años, ha creado un sistema de alarma a base de neuronas en la mente. Todos nos sentimos amenazados por pequeñas señales que fueron relevantes hace mucho tiempo. Algunas de esas señales sí son valiosas, ya que evitan que pongamos nuestra vida en peligro. Pero otras se han convertido en percepciones erróneas.


3.) Se pueden construir nuevas redes calmantes

El auto-consuelo es también un conjunto de vías neuronales construidas hace mucho tiempo. Los seres humanos nacemos muy indefensos y vulnerables. El primer circuito neuronal que se crea en el cerebro es el sentido de tener necesidades que no se pueden cumplir por nuestros propios medios. Aprendemos a calmarnos cada vez que se nos satisface una necesidad con ayuda de quienes nos rodean. Hacia el final de la pubertad, cada cerebro tiene una colección variada de circuitos autónomos calmantes. Muchos de ellos son muy útiles, pero también tienen sus efectos negativos. Es decir, si se mantienen los mismos viejos hábitos auto-calmantes, se siguen obteniendo los mismos resultados.
Lo bueno es que se pueden construir nuevos hábitos calmantes, pero no es tan fácil, porque los viejos circuitos están muy arraigados. La solución es trabajar para crear neuronas nuevas que conlleven hábitos nuevos. ¿Cómo se hace? Si se repite un comportamiento nuevo durante 45 días seguidos (no se puede saltear ninguno) habrá establecido un nuevo circuito neuronal. De esta manera se puede elegir una nueva respuesta a algo que antes nos creaba ansiedad y estrés. Si bien hay que trabajar esos 45 días, los resultados son sorprendentes.


4.) Los cambios no vienen de afuera

A menudo atribuimos los estados de ansiedad a “la sociedad” o a la “vida actual”. Si espera que alguna de estas cosas cambie para poder estar tranquilo, la vida pasará de largo. Piense que hace casi dos millones de años los Homo Erectus ya formaban clanes, es decir, tenían política de grupo. La ansiedad social es parte de los mamíferos. Cuando se está a salvo de las amenazas físicas, el cerebro se centra en las amenazas sociales. Siempre ha sido así, por tanto, no esperemos que el mundo que nos rodea cambie de manera que se arreglen nuestros problemas. Cada vez que se sienta tentado en caer en sus antiguos circuitos neuronales, piense que siempre tiene la posibilidad de crear circuitos nuevos. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario